Dislexia

Dislexia en el aula: detección e intervención

La dislexia es una necesidad educativa especial muy frecuente en los niños. Al tener tantos signos distintos, generalmente es difícil diagnosticarla, por esto, es necesario observar muy bien a los estudiantes que presentan dificultades en el aprendizaje, para detectarla a tiempo y realizar una intervención adecuada.

Dislexia: definición y detección

La dislexia forma parte de los trastornos de aprendizaje. Estos trastornos son una alteración del proceso de aprendizaje donde se observa un desfase entre las capacidades intelectuales y el rendimiento académico en escritura, lectura y la percepción de números. Las dificultades en esta área, colocan al niño fuera del parámetro esperado para su edad cronológica y para las expectativas de logro en el ámbito escolar, dentro de los parámetros estandarizados. Estos trastornos son secundarios cuando se detecta alguna alteración mayor como déficit intelectual o sensorial y daño cerebral, ya que estos diagnósticos pueden provocar esta alteración para aprender adecuadamente. Además, para diagnosticar apropiadamente, debemos descartar la privación ambiental o los errores en la metodología de enseñanza.

En base a la descripción anterior, podemos definir a la dislexia como un trastorno del aprendizaje (también llamada dificultad especifica del aprendizaje) que se refleja en la alteración de la lectoescritura y que tiene origen neurológico.

Las causas exactas de la dislexia todavía no están del todo despejadas, pero los estudios anatómicos y las imágenes funcionales cerebrales muestran diferencias en la forma en que el cerebro de una persona con dislexia se desarrolla y procesa la información. Por otra parte, se ha encontrado que en la mayoría de las personas con dislexia existen dificultades para relacionar el fonema con su grafema correspondiente.

Según la Asociación Internacional de Dislexia (IDA, 2002; Lyon, Shaywitz y Shaywitz, 2003), esta se considera una Dificultad Específica de Aprendizaje (DEA) de origen neurobiológico, caracterizada por la presencia de dificultades en la precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras (escritas) y por un déficit en las habilidades de decodificación (lectora) y deletreo. Estas dificultades son normalmente consecuencia de un déficit en el componente fonológico del lenguaje. Además, como consecuencia inmediata, surgen dificultades en la comprensión lectora y en la fluidez, lo que puede obstaculizar el incremento del vocabulario y el acceso al conocimiento general a través de la lectura correcta.

Los niños disléxicos tienen dificultad para reconocer y asociar los signos gráficos de la escritura con su pronunciación, cometiendo errores específicos persistentes en el tiempo como: omisiones de letras, silabas o palabras en una oración, sustituciones de palabras, adiciones de letras, rotación e inversión de letras, confusión entre grafemas similares, faltas de ortografía, errores en las asociaciones de palabras y dificultades en la fluidez de la lectura, ya que, al escribir mal, la lectura es cortada, con múltiples errores y el deletreo produce la insuficiente comprensión lectora. Debemos agregar, que también se pueden observar errores en la escritura de números, que no necesariamente influye en la capacidad de realizar cálculos.

Intervención en el aula

Lo primero que hay que saber es que el diagnóstico se debe realizar desde fines de los 6 años de edad. Esto porque es necesario que el niño adquiera el proceso lectoescritor de base para observar si luego de la adquisición este comete errores específicos, ya que puede ocurrir que ciertos estudiantes posean un retraso en el aprendizaje, pero no necesariamente una dificultad para aprender. Debemos tener en cuenta el contexto en el que se desenvuelve el niño, ya que la privación ambiental o social influye directamente en el aprendizaje. Junto a esto, es importante la anamnesis y la entrevista con la familia, para saber si existen antecedentes de dificultades en el aprendizaje en algún miembro del grupo familiar.

Si se identifican dificultades luego de esta fase de adquisición, es necesario realizar una evaluación integral en lectura, escritura y números. En el aula, el docente debe identificar que los errores que comete el alumno son persistentes en el tiempo y que, con una simple corrección por parte de él, no se genera un cambio en su aprendizaje.

Si se cumplen estas condiciones, se debe realizar la evaluación especifica para detectar una posible dislexia y lo mas óptimo es que la realice un especialista, generalmente un/una educador/a diferencial, así, el diagnóstico estará verificado por un entendido en las dificultades del aprendizaje.

Esta evaluación específica, que puede ser formal o informal, dependiendo del objetivo y la institución que la realiza, considera los siguientes aspectos:

  • Escritura: copia y dictado de letras, sílabas, palabras y frases. Además, la escritura de números o cifras, ya que se pueden identificar rotaciones, inversiones o escritura en espejo de ciertos números.
  • Discriminación visual de letras específicas. Por ejemplo, puede confundir la “b” con la “d”.
  • Lectura: se evalúa la fluidez y comprensión de oraciones y textos.
  • Ortografía, semántica y calidad de la letra, ya que puede ser inteligible.
  • Se puede incluir la evaluación de funciones básicas, como la secuenciación, direccionalidad, lateralidad, etc.
  • Es importante tener en cuenta el aspecto socio emocional del estudiante, por lo que podemos agregar un cuestionario para conocer su personalidad, sensaciones y su autopercepción.

Si la evaluación arroja el diagnóstico de dislexia, se debe implementar un plan de intervención acorde a la necesidad. Esta adecuación debe realizarse orientada a que el estudiante tome conciencia de sus errores y pueda poner en práctica las estrategias para corregirlos y con el fin de optimizar el proceso de aprendizaje. Junto a esto, se debe potenciar su autoestima, ya que generalmente no participan en clases o necesitan llamar la atención con conductas negativas para que pase desapercibida su dificultad. En las evaluaciones, se recomienda no penalizar los errores específicos que cometen, ya que, al ser un trastorno neurológico, el proceso de reeducar es paulatino.

Recomiendo evaluaciones orales, disertaciones, presentaciones en video, trabajos grupales, apoyo especialista para la realización de pruebas escritas para reforzar la comprensión de instrucciones y de textos, no penalizar las faltas de ortografía, entregar más tiempo para la realización de actividades y definir objetivos específicos que se quieran evaluar.

Si a las personas con dislexia se les enseña con los métodos de aprendizaje adecuados, que suelen ser multisensoriales, pueden llegar a ser estudiantes eficaces y con buen rendimiento académico.

 Orientación a la familia

Es de suma importancia el apoyo familiar, para esto, debemos entregarles todas las herramientas necesarias para que continúen el proceso en el hogar. Debemos explicarles en que consiste el diagnóstico y cual será el plan de apoyo personalizado que se aplicará en la escuela. Además, se debe recalcar que, con su apoyo sumado al trabajo realizado por los especialistas y el docente de aula, el pronóstico será positivo.


Acerca de la Autora

 

 

 

 

Gabriela Briceño Garay

Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado (c) en Educación Inclusiva.


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