Trastorno de Espectro Autista

Mitos sobre el Trastorno de Espectro Autista: creencias arraigadas en la sociedad

Aunque existe mucha información sobre el Trastorno de Espectro Autista (TEA), aún persisten algunos mitos que dificultan la comprensión de esta condición por parte de la sociedad, así que nunca está de más hablar sobre ellos para desmitificarlos.

La importancia de la desmitificación

He comentado múltiples aspectos relacionados con el Trastorno de Espectro Autista en tres artículos anteriores: la detección precoz, evaluación y diagnóstico y la inclusión escolar efectiva. Pero es importante mencionar y analizar un tema relacionado con la transmisión de información que resulta negativa y falsa para lograr la comprensión del trastorno y la empatía necesaria para generar la plena inclusión social.

Las personas del Espectro Autista, pueden tener problemas con la forma en que perciben y se comunican con el mundo que les rodea y, especialmente, en contextos sociales, necesitando de apoyos diversos en función del grado de afectación y de la etapa vital en la que se encuentren. Pero también tienen muchas habilidades, como la curiosidad por temas específicos, la pasión por el detalle, la sinceridad y honestidad, el cumplimiento de reglas, protocolos y normas, buena competencia en tareas mecánicas y repetitivas, así como la capacidad de escuchar sin prejuicios.

Como toda persona, aquellas con TEA tienen dificultades, solo que para ellas, trabajarlas y comprenderlas les significa todo un reto, ya que no involucra la mera voluntad y, al ser un trastorno, tampoco tiene cura, por lo que estamos frente a algo que se debe comprender para apoyar su inclusión social y terminar con la discriminación en todo ámbito.

Los mitos entorno al Trastorno de Espectro Autista

1. No tienen sentimientos

Los tienen, pero los muestran de forma distinta. Las personas con autismo sienten: lloran, se ríen, se alegran, se entristecen, se enfadan, sienten celos, etc. En ocasiones pueden tener dificultades para canalizar las emociones o para “leer” las emociones de los demás, pudiendo resultar poco empáticos, cuando, por ejemplo, alguien está llorando o enfadado, ya que a ellos puede hacerle gracia y reírse. El que su expresión no sea igual al resto, no significa que no sientan emociones, sólo hay que saber reconocer la forma en que pueden expresarlo.

2. No se comunican

La idea de que las personas que padecen autismo no se comunican, parte de una concepción restringida de lo que es la comunicación, y que en general está asociada al habla. Es cierto que un porcentaje importante de personas jamás llegan a desarrollar el lenguaje vocal (Martos-Pérez, Llorente-Comí, 2013), pero eso no implica que no haya otras formas de comunicar.

La gran diferencia con personas de desarrollo neurotípico, radica en que, en TEA, se deben desplegar programas y estrategias específicas para enseñar aquellas formas de comunicación más elaboradas; sistemas alternativos o aumentativos de comunicación, y que, de no darse este tipo de instrucción, las modalidades que utilicen las personas con el trastorno probablemente no sean las más adaptativas.

A pesar de esto, hay muchos casos que logran la comunicación oral, es el caso de las personas de alto funcionamiento o del síndrome de Asperger, que fue incluido en el grupo de espectro autista por el DMS-5.

3. No quieren tener amigos y son agresivos

Aspiran a socializar y tener amigos, sobre todo con los que comparten intereses, pero su modo puede ser disímil. En ocasiones, sus diferencias en la comprensión y manejo de las situaciones sociales obstaculizan el que puedan establecer relaciones con otras personas. Además, algunas personas con TEA pueden ser altamente sensibles a determinados estímulos sensoriales (táctiles, visuales, sonoros), por lo que pueden no sentirse gratos ante algunas condiciones que implican, por ejemplo, un contacto físico directo. Sin embargo, pueden afrontar las instancias cotidianas y participar vivamente en la sociedad si cuentan con los apoyos necesarios y los ajustes apropiados en el entorno. Recordemos que el ambiente es el discapacitante y se debe hacer todo lo posible para que deje de serlo.

También puede pasar que sientan niveles elevados de estrés relacionados con las dificultades para manejarse en ambientes socialmente complejos e imprevisibles fuera de su rutina, que pueden manifestarse como conductas impropias o no deseadas y que resultan extrañas a otras personas, pero no son esencialmente agresivos. La aparición de tales conductas suele deberse a la falta de accesibilidad y adaptación por parte del entorno, situaciones que pueden afrontarse con los ajustes y apoyos necesarios.

4. Es una enfermedad

Es un trastorno de origen neurobiológico relacionado con el desarrollo del sistema nervioso. No es una enfermedad que se contagie o que pueda contraerse en un momento determinado de la vida.

Hasta el día de hoy, no existe algo como una cura científicamente comprobada para el TEA. Las personas con la condición, siempre presentarán en mayor o menor medida los síntomas que los caracterizan. Aquellos tratamientos más eficaces, posibilitan que se adquieran comportamientos más adaptativos, que les aporte la posibilidad de relacionarse de manera más productiva con otros seres humanos, y que a su vez les proporcione autonomía para desenvolverse en su vida (Cabezas Pizarro, Fonseca Retana, 2007).

5. Las vacunas causan autismo

La creencia sobre la influencia de las vacunas en el desarrollo del trastorno, nace a partir de la publicación en el Journal Lancet en 1998, de una investigación que afirmaba que, de una muestra de 12 niños, 8 habían obtenido un diagnóstico de TEA, al poco tiempo de haber recibido la vacuna MMR. Inmediatamente, le siguió un aluvión de estudios que no hallaron relación entre vacunas y autismo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y mucha gente que creyó los resultados del estudio inicial, no consideró fiables todas las refutaciones y evidencias que al día de hoy siguen desmintiendo la relación.

Después del desarrollo de numerosos trabajos de investigación a gran escala y a nivel internacional, la comunidad médica y científica de todo el mundo, hasta hoy, apoya de forma unánime la conclusión de que no existe evidencia que relacione la vacunación y el desarrollo del TEA.

6. Falta de apego materno

Esta idea proviene del nacimiento mismo del autismo como categoría. Kanner (1943) dentro de las hipótesis causales del trastorno, consideró la posibilidad de que fuera originado por un factor psicológico. No obstante, se inclinó posteriormente por una etiología de corte biológico.

El TEA es un trastorno de origen multicausal y muy relacionado con un componente genético. Por tanto, no puede relacionarse el origen del trastorno con problemas relacionados con vínculos afectivos en los primeros años de vida. Esto es importante señalarlo, ya que muchas madres se culpan por la condición de su hijo.

Es importante señalar, que según su nivel adaptativo o de afectación, muchas personas con TEA pueden alcanzar una vida familiar propia, un desarrollo educativo y laboral, aunque estas posibilidades disminuyen si continúa la discriminación y las dificultades para el acceso académico y para el trabajo.


Fuentes utilizadas en este artículo:

https://www.psyciencia.com/mitos-verdades-autismo/

https://www.lavanguardia.com/vivo/salud/20210504/7426462/desmontando-mitos-torno-autismo.html


Acerca de la Autora

 

 

 

 

Gabriela Briceño Garay

Titulada con honores en Educación Diferencial (Chile), con Mención en Déficit Intelectual. Dentro de sus especializaciones y experiencias destacan el ser Especialista en Trastornos del Lenguaje y Dificultades del Aprendizaje, Jefatura Técnica Pedagógica y Coordinación de Programas de Integración Escolar, además de contar con un perfeccionamiento en Diseño Universal para el Aprendizaje y en Arteterapia. Actualmente cuenta con un Diplomado en Educación Inclusiva.


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