La difícil recuperación psicológica de la violencia

Los niños son siempre los grandes perdedores en una separación de pareja, los que más sufren con ella y los grandes perjudicados cuando existen malos tratos.

Los huérfanos de la violencia

Los grandes olvidados cuando un hombre decide matar a su pareja, dejando a los hijos huérfanos, de padre y de madre. Porque unido al dolor de perder una madre en unas circunstancias poco habituales, la persona que ha decidido que esa mujer debe dejar de vivir es el padre, aquel que debía protegerlos cuando la madre faltara, el que debía darles la mano y decir que todo irá bien. El dolor es doble. Y el duelo tarda más en pasarse, deben enterrar a la madre y aprender a convivir con su nueva vida. Ya nada volverá a ser como antes. En ocasiones la agresividad se invierte y los asesinados son los hijos, para hacer daño  a la madre, para tener que vivir con ese dolor.

Y es que en nuestro país el Estado intenta ayudar a estos huérfanos proporcionándoles una pensión, que cubra sus necesidades básicas hasta que cumplan la mayoría de edad o hasta que se valgan por sí mismos, pero a pesar de ello cada año se dan muchos casos de menores en situación de desamparo y desprotección. En la mayoría de ocasiones los menores se suelen quedar en el núcleo materno, con su abuela, otra parte también olvidada en ese drama familiar que nunca abandonara a esa familia. Se intenta siempre alejar a los niños del núcleo paterno, sin pensar que los abuelos también están sufriendo, por no ver a sus nietos a los que quieren alejar a toda costa y por vivir con el estigma social que genera que tu propio hijo haya asesinado a su pareja, privando a sus propios hijos de vivir una vida familiar plena.

Recuperación psicológica de la violencia

Dentro de la función de olvidar lo que ha pasado, la negación y la falta de reconocimiento de aquella experiencia tan brutal se identifica como uno de los obstáculos que impide la recuperación psicológica. Y es que el duelo hay que afrontarlo, a pasarlo e intentar superarlo, intentar tapar situaciones no facilita, a pesar de que pensemos lo contrario. Los menores implicados en el caso podrán interpretar los hechos como un olvido hacia su madre, como un desprecio aun mayor que la acción realizada por su progenitor. Porque los niños lo aceptan todo, asumen situaciones, normalizando aquello lo que a los adultos tanto nos cuesta poner nombre, mentirles o suavizar la situación no solucionará nada, se trata tan solo de saber contar lo ocurrido, contándoselo para que lo entiendan, con su edad y madurez psicológica.

Y es muy cierto…”lo que no nos mata nos hace más fuertes”,  eso nunca lo debemos de olvidar, aunque duela y nos acompañe de por vida.

¿Se debe contar toda la verdad a los niños o es mejor contar mentiras piadosas?

¿Las malas experiencias que no curan bien se convierten en obstáculos para una vida adulta plena?

 


Con el curso de Técnico Superior en Mediación Familiar, que es un título propio de la Universidad Antonio de Nebrija y tiene una carga lectiva de 300 horas (12 ECTS), el alumno adquirirá los conocimientos necesarios para intervenir en el ámbito familiar, indicando pautas de intervención satisfactorias, en función de las necesidades de la familia en cuestión, con el objetivo de llegar a una resolución pacífica de los conflictos en el ámbito familiar.

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