No hay excusas para comer sano

¡Vamos! No hay excusas para comer sano

Muchas personas que buscan asesoramiento nutricional vienen cargados de excusas que les impiden creer que es posible comer sano y controlar su peso. Un buena educación nutricional es clave para ser conscientes de lo que comemos, del efecto de los alimentos en nuestro organismo y evitar así enfermedades relacionadas con el peso.

El peor enemigo de la báscula: las excusas

Es bastante frecuente escuchar a los pacientes que te piden asesoramiento nutricional estas frases:

  • “Cualquier cosa me hace engordar”
  • “Casi no como nada y no consigo adelgazar”.
  • “Como mucho menos y engordo”.
  • “Las dietas no sirven para mí”
  • “Ahora es imposible que siga esta dieta”.
  • “En este momento la comida es lo único que me ayuda a superar…”
  • “No puedo seguir un horario de comidas regular”
  • “Sacar tiempo para comprar y comer más saludable, es imposible”

Estas y otras frases denotan resignación e incapacidad para afrontar nuestros problemas. Como todo lo que consideramos lejano, casi inalcanzable. Nos dejamos llevar incluso hasta límites peligrosos para nuestra salud o paramos de manera brusca y muchas veces demasiado tarde después de una visita a un profesional sanitario con un diagnostico negativo.

Una parte de nosotros se deja llevar, sin afrontar el problema, otros por el contrario toman decisiones de manera drástica (por exceso o por defecto), sin ser conscientes  que nos pueden provocar, o acentuar, problemas de salud.

Muchas veces, nos intentamos convencer de que somos los únicos que engordan, siempre nos parece que comemos poco y que engordamos por algún problema metabólico o enfermedad. Sin embargo esto aproximadamente ocurre en el 10% de la población con exceso de peso. Por este motivo SIEMPRE ES NECESARIO el seguimiento y tratamiento por parte de profesionales de la salud.

¿Quién no ha escuchado alguna vez: “Yo siempre he sido delgado/a hasta que (inserte disculpa favorita aquí)”? La lista puede ser infinita: Me casé, tuve un hijo,  me divorcié, me viene a vivir a la ciudad, cambié de trabajo, tengo más responsabilidad,  trabajo a turnos, estoy preparando una oposición, deje de fumar, etc.

Otra muy habitual es: “me cambió el metabolismo”. Se culpa al metabolismo y a nuestra naturaleza de todo. Alejamos de nosotros  la responsabilidad sobre nuestro cambio de peso. Ya no son nuestros actos la causa de nuestros males si no la naturaleza, que no fue generosa con nosotros. Olvidando que el cuerpo del ser humano tiende a guardar las reservas para épocas de carencias.

¿Pero hasta qué punto este aumento de peso se debe a los cambios que sufrimos, es decir, al estrés, la modificación de horarios de comidas o la falta de horas de sueño?

Consciencia de lo que comemos

Consciencia de lo que comemos

Os invito a una reflexión sobre lo que en realidad nos ocurre para poder valorar y cambiar lo que provoca que al final aumentemos de peso.

Hay que ser objetivos y valorar todo lo que comemos y lo que gastamos, especialmente para aumentar nuestro gasto, el movimiento, la actividad física.

En muchas ocasiones, no somos conscientes de lo que comemos y sobre todo fuera de las comidas principales.  Nos controlamos en la comida principal, incluso a veces nos saltamos alguna toma (el desayuno, por ejemplo) o la retrasamos y para compensar consumimos algo que nos aporte energía rápida para continuar.

Es fundamental controlar el picoteo, pero es difícil. Lo vemos como un mal menor, una manera de sobrellevar el aburrimiento, el estrés, la ansiedad o la falta de energía. Es decir, una ayuda de la que nos cuesta mucho prescindir.

Necesitamos comer y beber para afrontar el día a día, o momentos puntuales. Pero esta acción se convierte en una rutina y ya no pensamos ni damos importancia a lo que sí la tiene.

Destaco el consumo de bebidas con alcohol de mayor o menor graduación (desde la cerveza hasta las bebidas destiladas), bebidas ricas en azúcar (refrescos, batidos, zumos envasados…) Y por otro lado, los alimentos procesados ricos en hidratos de carbono, grasas y/o sal que nos acompañan en nuestro día a día: bollería, aperitivos salados o galletas.

Cuestión de Salud

A mayor peso, menor movilidad y los consiguientes problemas de salud, que hacen aumentar la ganancia de peso y la pérdida de salud tanto física como especialmente psíquica (depresión, aislamiento social, baja autoestima…)

Esto cobra especial importancia cuando se trata de obesidad mórbida, problema cada vez más frecuente en cada vez más países hasta convertirse en una grave amenaza para la salud pública en los países industrializados, ya que afecta a gran número de personas desde edades muy tempranas. Como refleja el programa de televisión “My 600-lb Life”, que en castellano se ha traducido como “Mi vida con 300 kilos”.

La obesidad mórbida es la forma más grave de sobrepeso. Se considera que una persona sufre de esta enfermedad si tiene sobrepeso de por lo menos 50 kilogramos sobre su peso ideal o un IMC (Índice de Masa Corporal) superior a 40 Kg/m2.

En estos casos los problemas de salud se van incrementando a la vez que disminuye la esperanza y calidad de vida.


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